Desde los principios que observamos en el Ayurveda queda bastante claro que los alimentos son medicina, pero también se pueden transformar en veneno.
Cuando digo que se pueden transformar en veneno es porque al combinarlos de manera inadecuada o comiéndolos fuera del horario establecido (ritmo circadiano y las doshas) producen problemas en nuestra salud.
Para la dieta Ayurveda es esencial la combinación de los alimentos; de esta manera podremos obtener los resultados deseados.
Cuando mezclamos diferentes alimentos, el alimento en cuestión obliga a nuestro estomago a usar cierto tipo de enzima digestiva y si colocamos otro alimento que necesite otro tipo de enzima creamos toxinas (ama) y también se producen gases.
La medicina Ayurveda nos dice que cada alimento tiene su propio:
- RASA – Sabor
- VIRYA – Energía térmica
- VIPAKA – Efecto post-digestivo
El Agni o fuego digestivo es fundamental en cada persona ya que determina la digestión y por supuesto siempre prestando atención a la combinación de los alimentos.
Sin nuestra fogata, sin nuestro Agni funcionando nuestra salud no será la que tanto anhelamos tener ya que nuestra digestión es primordial para la misma..
Problemas de la combinación inadecuada de los alimentos
Los motivos por los cuales los alimentos pueden ser incompatibles es porque pueden generar los siguientes problemas una vez combinados inadecuadamente.
- Porque provocan indigestión
- Pueden producir enfermedades al corazón
- Los canales del cuerpo o Nadis en sanscrito se bloquean
- Algunos alimentos provocan la acumulación de agua en el cuerpo esto puede generar problemas en la piel.
También debemos observar la estación en la que nos encontramos, por ejemplo en verano debemos tener especial cuidado de no comer comidas picantes o muy calientes, esto nos puede provocar:
- Herpes en los labios
- Erupciones en la piel
Cuidemos nuestra alimentación, combinemos nuestro alimento de la mejor manera para conseguir la salud que tanto decimos querer.
“Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina.” .
frase célebre de Hipócrates, padre de la medicina.
